Un lugar al que nadie va.

Hay un lugar en Nueva York para ver exposiciones al que nadie va. Ni los turistas, ni los locales, ni los locuaces. Pero a mí me gusta porque justamente no hay nadie, y las exposiciones son increíblemente buenas. Les hablo de la biblioteca de las artes performativas, o mejor dicho, escénicas. Para qué me pongo a traducir si lo puedo decir en inglés y todos lo van a entender: “New York Public Library for the Performing Arts” en el Lincoln Center, en donde siempre hay una exposición en la planta baja, y lo mejor: gratis.
Hay que decir que la sala no es gigante, pero el diseño, el acervo, las piezas y la curaduría son siempre fantásticas. He visto cuatro exposiciones, todas buenas.

La última que vi, me dejó muy feliz. Fue una exposición de los vestuarios de diversas puestas en escena de la ópera “Die Zauberföte”, en inglés “The Magic Flute”, de Mozart, sí.
Y una de las causas de mi felicidad fue que en una cédula que acompañaba un dibujo tenía el nombre de un tipo que he admirado toda mi vida: Josef Hoffmann. ¿Pero qué malditos diablos tenía que hacer Josef Hoffmann en una exposición de vestuario de ópera? ¿Sería el mismísimo arquitecto Hoffmann que amo por haber rebasado los límites del diseño al crear un sinnúmero de piezas de diferente índole: arquitectónicas, pintura, diseño industrial, etc., todas ellas con un altísimo sentido estético y un fondo revolucionario. El Hoffman que fue uno de los fundadores de la Secesión austriaca junto con mi amado Klimt y quien hizo del Art Decó austriaco un sello riguroso y divino? ¡Pues claro que sí! Era Joseff Hoffman en una cédula que indicaba haber sido el diseñador del vestuario, de la escenografía y además de la iluminación de “Die Zauberflöte”. ¡Madre mía, como si mi admiración por su capacidad multidisciplinaria necesitara de más disciplinas! ora’ resulta que hasta vestuario de ópera diseñó el hombre maravilla. Como paréntesis, tengo que decirlo o exploto, he tenido varias discusiones maritales por tratar de convencer al marido, sin éxito alguno, de que necesito en mi vida una silla de diseño del dichoso Hoffmann.

En fin, que me parece que además la cédula era un poco imprecisa porque decía “Acclaimed Viennese landscape painter Josef Hoffmann was invited to submit designs for The Magic Flute for the newly reopened Hofoper in Vienna…”. Esperen un segundo: ¿landscape painter? Ah, carajo! Arquitecto, señores curadores, estudió para arquitecto, no jodan! Claro que es difícil definirlo porque hizo hasta vestidos con chaquiras, pero es arquitecto! Y luego continúa la cédula “He delivered meticulous and historically accurate designs for 12 settings replete with obelisks, hieroglyphs, and a sphinx.” ¡Lo amo! Y sigue… “When the much anticipated production opened the season on 30 September 1869, Hoffmann was called to the stage each time the scene changed. He also painted the backdrops and created three dimensional set pieces…” Y eso no es todo, pintó gotas de gasa que, con cierta iluminación, encubrían los cambios del escenario sin necesidad de bajar el telón o interrumpir el flujo de la historia. ¿No lo aman? Yo sí. Hasta aquí Hoffmann y una enorme razón de mi felicidad provocada por esta exposición.

Y bueno, pues no sé cómo hacen estas exposiciones, pero había vestuarios de muchas puestas en escena de esta maravillosa obra, de tiempos distintos y diferentes creadores. También videos con la misma obra pero con un escenario diseñado totalmente con proyecciones de una máquina como de cine. Y el menos lindo, la verdad, nada como el diseño de escenario. También me maravilla ver cómo cada creador interpreta el personaje de manera distinta, y con ello deja, quizá sin saberlo, la huella del estilo y del momento histórico en el que vivió.

La otra parte de mi felicidad es que estuve acompañada por una sobrina que visitaba NY y que amo muchísimo, ¡mi adorada Spidergirl!

Hay que visitar esta biblioteca, bueno está bien, al menos sus exposiciones, no quita mucho tiempo y deja en la boca un sabor distinto al que se llevan todos los turistas que atosigan los mismos lugares de siempre.

Antes de irme y dejarlos con el antojo del lugar, hago una aclaración sobre la biblioteca: aunque “performativo” o “performance” da pie al género/disciplina “Performance Art” o “Happening” o “Fluxus”, no es el caso. Lo sé porque me eché un clavado a su acervo buscando justamente “performance art” y nada, es verdaderamente pobre. Pero sí que tienen un acervo muy impresionante sobre las artes escénicas clásicas, es decir, teatro, danza y música, principalmente. Tienen una videoteca maravillosa y una audioteca igual, y guiones de piezas teatrales a montones. 

Pero también tengo que hacer otra aclaración, muchas librerías de Nueva York tienen exposiciones, y vale la pena verlas. Es sorprendente la calidad del material y el trabajo de curaduría de todas ellas. De verdad lo es. Hasta aquí dejo una memoria más, un link y unas pocas fotos (a ver si logro una invitación a la próxima puesta de The Magic Flute en el MET Opera de NY). 


Dedicado a mi Spidergirl, que es su cumpleaños.





https://www.nypl.org/locations/lpa
















Y la cédula de mi Josef




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