Por Susana Cabrera
“Dos islas, un mundo”, dos galerías, una exposición, es el evento del momento del bajo Manhattan. Se trata de una magna retrospectiva de Denzil Forrester en Stephen Friedman Gallery y Andrew Kreps Gallery, en donde los recuerdos de la infancia y la adolescencia del artista se exhiben en Andrew Kreps, mientras que la Galería Stephen Friedman presenta tres importantes pinturas históricas que representan la brutalidad policial y la prematura muerte de su amigo Winston Rose.
Comisionada por Sheena Wagstaff, presidenta emérita del Museo Metropolitano de Arte y ex curadora del Tate Modern, la muestra reúne obras nuevas e históricas que abarcan cinco décadas de su carrera y se despliegan en magnas pinturas a lo largo de todas las salas de las dos galerías, colmándolas del colorido y palpitante estilo que caracteriza el trabajo de Forrester.
En la primera sala de Stephen Friedman, por ejemplo, se muestran grandes pinturas con escenas de gente bailando, que cuando uno se detiene en el centro del salón, da la impresión de sentir un ritmo palpitando en el pecho. Al menos eso le comenté a Forrester, quien se encontraba al lado mío. “Tiene sentido, porque me dediqué a derramar sobre los lienzos la emoción que me generaba estar en esos centros nocturnos de los años 80 en Londres, pero también a manifestar hechos y cuestiones sociales del momento que yo estaba viviendo”, me contestó.
Forrester nació en Granada en 1956 y se mudó a Londres en 1967. En ese momento, inmigrantes de las Indias Occidentales habían llegado al Reino Unido en busca de oportunidades y la promesa de una nueva vida. En un contexto de opresión y resistencia racial, se desarrollaron sus años de formación como artista. El trabajo reciente de Forrester evoca los recuerdos de cuando dejó Granada y llegó a Londres, época en que cosía bolsas para el mandado en el sótano con su madre para venderlas y mantener a la familia.
En los años 70, conoció el Colvestone Youth Center’s Art Studio, dirigido por Alan Clayden, artista de la escuela del Bauhaus. En este lugar Forrester tomó la decisión de ser artista. Fue así que ingresó a Central School of Art, para después graduarse con una licenciatura en Bellas Artes. “En ese momento descubrí que quería concentrarme en mi trabajo artístico, y desde entonces encontré mi lugar de inspiración en centros nocturnos”.
A principios de la década de 1980, cuando Forrester está por terminar la maestría en bellas artes en Royal College of Art, de Londres, su amigo Winston Rose fallece mientras se encontraba en custodia de la policía, evento que pintó sólo hasta seis años después cuando vivía en Nueva York.
Más adelante se dedicó a frecuentar los clubes de dub y reggae de Londres. Inmerso en el ambiente festivo de los clubes, detrás de la barra dibujaba a los bailarines extasiados. A la mañana siguiente, en su estudio del norte de Londres, Forrester transformaba estos dibujos íntimos en pinturas, utilizando colores radiantes para imitar las luces que llenaban de esplendor a los clubes.
En los márgenes de las etapas de vida del artista, la paleta de color se reformaba apuntando al ambiente que le rodeaba. La piezas que nacieron en una residencia artística que hizo en Roma se llenan de colores muy diversos y brillantes, mientras que las piezas que hizo durante una residencia posterior en Nueva York consisten en piezas monocromáticas de tonos en azul melancólico. El contraste de Italia al Nueva York de los años 80, donde el artista encontró un panorama social en decadencia, ruido, drogas, basura, grafitis monocromáticos, se cristaliza en sus lienzos.
Una de las pinturas que hizo durante su estancia en Nueva York, Blue Jay (1987), recuerda la muerte del amigo de Forrester, Winston Rose, quien murió en una camioneta de la policía en 1981 después de haber sido detenido por la fuerza en virtud de la Ley de Salud Mental. De escala monumental, esta es posiblemente una de las obras más importantes de Forrester. En sus palabras, “al vaciarme en los lienzos, no es posible encubrir mis emociones”.
Las pinturas de aquella época, aunque de tonos intensos, recrean la segregación racial y la tiranía de las autoridades, y fungen como un recurso de desahogo, un medio que refugia pero que también atestigua.
Así que, aunque en primera apariencia el trabajo es alegre, rítmico, musical, tiene capas difuminadas de la realidad social que el artista encontraba alrededor de él, de manera que su exploración artística se extiende más allá de la pista de baile para confrontar las injusticias raciales y sociales de la época. Al exponer la brutalidad policial en varias de sus primeras obras que investigan la trágica muerte de Rose, facilitan al espectador un lugar de reflexión y pone de relieve su poder documental sin renunciar a sus trazos enérgicos y electrizantes.
A lo largo de la exposición, se puede ver que algunas imágenes se repiten a lo largo de las décadas. En Jungleheart (1995), por ejemplo, presenta el mismo carácter distintivo que las pinturas hechas en 2023 y 2024 dedicadas DJ de Dub de Londres, Jah Shaka. Forrester continúa utilizando dibujos de la década de 1980 para informar su práctica actual, combinando figuras como la de Shaka, con escenas de la vida nocturna de Cornualles. Sin embargo, desde que se mudó a la costa en 2016, su paleta se ha vuelto a transformar: saturada de tonos rosados y morados, que son inspirados en la luz brillante de Cornualles.
Pero además, las pinturas más recientes, como Tutti-Frutti (2024) y Jah Guide Shaka (2023), son meditaciones sobre los recuerdos, que reinterpretan una iconografía de décadas de antigüedad.
Es así como Denzil es reconocido por representar una generación de expresión contracultural británica negra que definió la década de 1980. Se distingue por su invocación de la cultura del club reggae/dub como un lugar de alegría, respiro y comunidad, unidos por lo que Forrester ha descrito como "el profundo e hipnótico ritmo ancestral de la música dub que hace que uno se sienta purificado, fuerte y libre de la complicada red en la que vivimos".
Según Sheena Wagstaff, curadora de Dos islas, un mundo, “sus pinturas son análogas a la historia en la forma en que la humanidad logra sobrevivir y florecer más allá del desplazamiento, la violencia y la muerte. Denzil nos llama a ser testigos de nuestro propio tiempo en la historia y de nuestro lugar en ella. Como él mismo dijo notablemente: “You are being”.
Dos islas, un mundo, son efectivamente dos islas en un mar de cemento neoyorkino, en donde el espectador se puede resguardar en la narración vibrante del artista y el “beat” que lo acompañó y fue comparsa de tantos otros seres humanos que han pausado el dolor de la pérdida en el refugio del baile, el color y el gozo temporal.
"Hago cosas para que la gente las vea y las disfrute. Dondequiera que esté mi pintura, es fantástico que la gente pueda verla; ya sea en la Galería Nacional o en escuelas, está pensada para espacios públicos, con el fin de que pueda ser observada por gente de todos los ámbitos de la vida" —Denzil Forrester.
Dos islas, un mundo se presenta en las galerías Stephen Friedman Gallery y Andrew Kreps Gallery, hasta el 18 de diciembre de 2024.
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